lunes, 7 de marzo de 2016

¿Es el papel de los psicólogos sustituible por el de los amigos?

Coincidiendo con que el pasado día 2 de febrero se conmemoró el día del Patrón de la Psicología, Juan Huarte de San Juan, queremos dedicar esta entrada a la importancia del papel del psicólogo.

Aunque cada vez hay una valoración más positiva hacia la figura del psicólogo, es cierto que en algunas ocasiones aún existe cierta reticencia o pudor a reconocer que se necesita.

Una de las razones más comunes de no acudir a la figura de este profesional es pensar que el psicólogo es como hablar con un amigo pero con la ventaja de que al amigo no le pagas por escucharte. Creencia equivocada. Si bien es cierto, que a veces, el simple hecho de hablar y poder expresar lo que nos pasa y cómo nos sentimos tiene un efecto catártico y terapéutico, no es lo mismo contarle nuestros problemas a un amigo que a un profesional, especialmente cuando los problemas perduran en el tiempo y se van complicando, o nos sentimos atrapados en un círculo vicioso de que no podemos/sabemos salir. 

Así pues, es fundamental remarcar las diferencias entre psicólogo y amigo.
            - “Psicología no es criterio personal, es criterio profesional”. Un amigo puede escuchar nuestros problemas y darnos consejos en función de sus experiencias, de lo que haya vivido, pudiéndonos dar en tal caso, consejos o recomendaciones contraproducentes a largo plazo. Un psicólogo, por el contrario, lejos de dar consejos, es un experto formado, un especialista del comportamiento humano, y como tal, establece el tratamiento empíricamente comprobado más adecuado para cada caso.
            - Un buen psicólogo es imparcial y deja de lado sus valores y sesgos, centrándose en lo que es más conveniente para el paciente y adaptándose a su realidad. Los amigos a veces no tienen la suficiente distancia emocional u objetividad para según qué conflictos, especialmente si están involucrados en ellos.
            - Los psicólogos no están ahí para “quedar bien con el paciente” y limitarse exclusivamente  a ejercer un papel pasivo de escucha. Si bien es cierto que la relación que  suele establecerse entre profesional y paciente tiene un cariz de intimidad, el psicólogo debe de comunicar claramente y sin ambigüedad aspectos que quizás otras personas no se hayan atrevido a decirle, incluso cuestiones que no gusten al paciente. Eso sí, asegurando siempre un contexto de seguridad y de contención.
            - Y por supuesto, la relación con el psicólogo ha de implicar unos límites claros, siendo esta una relación terapeútica y profesional y no de amistad. ¡Ojo!; esto no significa que el psicólogo sea un enemigo; justo al contrario. El psicólogo ha de ser percibido por el paciente como una persona fiable, de confianza y consistente con la que tener un espacio liberador para poder hablar de todos los asuntos que le preocupan. Pero se trata de una relación pasajera en un momento en concreto de la vida de una persona en el que busca ayuda para solucionar un problema en concreto o, únicamente, para aumentar su bienestar emocional; y es importante tener los límites definidos.



Esperamos que con este artículo hayamos podido aclarar todas las posibles dudas o preguntas sin respuesta que pudierais tener acerca de este tema. Quedan abiertos los comentarios que os puedan surgir.


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