La capacidad de sentir compasión
por nosotros mismos/as, o autocompasión, se entiende como como la habilidad de
tratarnos con amabilidad y comprensión. Supone un pilar fundamental para
aprender a querernos y mejorar nuestro bienestar. No significa
auto-compadecernos de nuestra vida ni de lo que nos ocurre constantemente, sino
que nos referimos aquí a la capacidad de tratarnos amablemente si erramos, para
resolverlo. De acuerdo con la Dra. Kristin Neff, investigadora de la
universidad de Texas en este área, se define de hecho como un tratarse a uno
mismo con gentileza, ser capaz de reconocer las propias luchas como parte de la
experiencia humana y ser capaz de prestar atención consciente a pensamientos y
sentimientos dolorosos sin juzgarlos ni
juzgarnos por tenerlos. Ser capaces de perdonarnos por haber hecho las
cosas de manera diferente a como desearíamos para poder movilizarnos hacia lo
que deseamos y hacia una solución a lo que haya podido surgir. Permitirnos
sentir lo que sentimos para poder resolverlo.
Aprender a tratarnos con cariño y
amabilidad a nosotros mismos, de la misma manera que podríamos hacer con otras
personas, nos ayudará a llevar mejor diferentes situaciones. Protege y mejora
nuestra autoestima, cuando nos permitimos no ser perfectos: porque nadie lo es.
Cuando aprendemos a hacer esto, cada vez que cometamos fallos o que actuemos “mal”
de acuerdo con nuestro criterio moral, nos estaremos permitiendo no
identificarnos con ese suceso. Nos permitimos errar para no definir que por
ende ya “hay algo mal en mi” y “ya no valgo”.
Emplear esta forma de autocuidado
puede ser especialmente revelador para personas que son muy autocríticas
consigo mismas. La autocrítica está bien en el sentido de identificar y
mejorar: pero se vuelve despiadada cuando es desproporcionada, o nos fustigamos
por lo que encontramos, minando nuestra autoestima. Si observamos desde la
distancia, aprendiendo y perdonándonos, podemos realizar la misma mejora sin
agredir a nuestro propio concepto.
¿Cómo afecta la falta de compasión por uno mismo?
Cuando no nos permitimos sentir
compasión y tratarnos con amabilidad, hay una relación directa con nuestra
propia autoestima. Pero además, ejerce una importante influencia en nuestro
estado emocional: va a venir de la mano de fuertes anclajes en ira, tristeza,
ansiedad, vergüenza, frustración…
Además, puede venir de la mano de
altos niveles de ansiedad. Cuando nos exigimos hasta límites muy altos y no nos
tratamos con cariño cuando no los alcanzamos, estamos en constante estado de
crispación, movimiento y alteración.
Aspectos positivos de la autocompasión
Además de afectar positivamente a
lo anterior, ser auto-compasivos nos va a ayudar en otras áreas. A la hora de
recibir críticas y halagos, nos permitirá recibirlos desde la estabilidad: ni creernos mejores ni peores que
otras personas. Además, cuando aprendemos a tratarnos de esta manera
incrementamos la auto-valoración que hacemos de nosotros mismos a pesar de que
podamos enfrentarnos a situaciones complicadas, suceda lo que nos suceda. Aprendemos
a no depender tanto de las valoraciones externas (aprobación de los demás,
logros, atractivo…) e incrementa por ende la autoestima, como se comenta
anteriormente. Además se comparan menos con otras personas lo que se traduce en
la manera de relacionarse con los demás.
¿Qué implica ser auto-compasivo, para lograr serlo?
Es una manera diferente de
encarar nuestras emociones: quiere decir aceptarlas como son, reconocerlas y
aceptar tenerlas. Notarlas, aceptarlas y vivirlas, además de perdonarnos si
cometemos errores (los cuales reconoceremos y desde esta actitud actuaremos por
resolver) impulsados por ellas. Además, vivir que forma parte de la experiencia
de ser humano.
El primer paso para ser compasivo
con uno mismo es la toma de conciencia. Aprender a ser conscientes de qué
sentimos en cada momento, con cada una de las cosas que nos suceden en la vida.
Es esencial aprender a notar tanto las emociones agradables como las
desagradables (que en ocasiones podemos etiquetar como negativas). Ponerles
nombre y limitarnos a reconocerlas y ser consciente, sin juzgar ni criticar:
como si fuéramos espectadores, para analizar lo ocurrido y establecer qué
queremos hacer y cuál es nuestra pauta de actuación. Ayúdate a ti mismo/a.
¿Qué no
es ser auto-compasivos?
No tenemos que confundir, no
obstante, términos. Auto-compasión no significa “regodearse” en la
sintomatología que tengamos ni a la auto-complacencia. No significa sentir pena
por uno mismo ni evadir nuestra responsabilidad. Sino mantener una actitud
amable frente a los sucesos que nos permita actuar en consecuencia a lo que
corresponda pero sin generarnos dolor ni sufrimiento. Nos permite decir: Me
acepto y me quiero como soy, y decido cambiar esta manera de actuar,
movilizarme para lograr algo diferente a lo que ya tengo. Y resulta complicado,
ya que es muy fácil aprender a autocriticarnos y ser duros con nosotros mismos
pero la contraria es mucho más complicada.
No significa sentir lástima.
Sentir lástima por uno mismo lleva a sumergirnos en los propios problemas, olvidando
que otras personas pueden tener problemas similares y generando un sentimiento
egocentrista, percibimos que “solo nos pasa a nosotros”, exagerando el
sufrimiento que acarrea. Además, sentir lástima se diferencia en que estas
personas se dejan llevar por el propio “drama emocional” y se sienten
bloqueadas. En cambio, tratarnos con compasión y amabilidad nos permite generar
conciencia sin dejar de actuar. Ver todo con una perspectiva mucho más amplia.
Tampoco ser compasivo es ser
indulgente. No quiere decir: “estoy estresado, así que dejaré todo lo que tenía
planificado para hoy y me quedaré todo el día haciendo el vago”. Pero sí
significa permitirnos estar estresados, ansiosos, tristes, iracundos… y actuar
desde nuestro plan de acción y no desde la emoción.
Conclusiones
Por todo lo anterior, y
considerando los niveles de evidencia empírica al respecto, podemos considerar
la auto-compasión como una habilidad muy valiosa para nuestro día a día que
mejorará nuestro bienestar en el momento de ponerla en práctica.
Sea como sea, no siempre será
tarea fácil. Dependiendo de nuestros niveles de auoexigencia, conciencia
emocional, y manera de afrontar y procesar las diversas emociones que hay en el
amplio abanico emocional del ser humano (sobre todo con respecto al
desagradable) puede constarnos más o menos aplicar esta manera de actuar.
Además, si emocionalmente nos
encontramos en un período de fatiga o sobrecarga, podemos vernos en una fase
percibida como bloqueo que no nos facilitará la tarea. Esto no quiere decir que
sea imposible, sino que tal vez necesitemos ayuda profesional para lograr
aprender a estar de esta manera.
Si necesitas orientación, no
dudes en ponerte en contacto con Martínez Bardaji psicología y salud.
Estaremos encantadas de ayudarte.