Llega el nuevo año y de su mano ese momento de reflexión que
hacen muchas personas, de balance de cómo ha sido su último año y de propósitos
y metas que para el año siguiente. No es
raro vernos rodeados cada vez más, en las redes sociales, de mensajes llenos de
gratitud y dicha o al contrario, de frustración, rabia y tristeza, con respecto
a los últimos 365 días. Acercarnos al final de otro año supone un momento de
reflexión e introspección que puede cargarnos de optimismo y energía, aunque
también de todo lo contrario en función del balance que hagamos y la actitud
con la que lo acojamos.
En realidad, esta revisión de nuestra vida que tendemos a
hacer junto con marcarse objetivos y metas para el nuevo año no es algo
negativo, independientemente de la
valencia final que le demos. Ahora bien, cuando
nos apodera el sentimiento de que vendrán muchos cambios con el nuevo año cometemos
un pequeño fallo: y es pensar que ese nuevo año supondrá un punto de inflexión
por el que parece que las cosas serán más fáciles y sencillas, parece que
esperamos que algunos cambios vengan de “manera mágica” y que de repente, por
entrar a un nuevo año, nuestra vida necesariamente cambiará por sí sola sin
requerir tanto esfuerzo por nuestra parte. Al leerlo, seguro que muchas y
muchos pensaréis que parece obvio, que nada ocurre de manera mágica… Pero es
muy común tener esa sensación de carga de energía y esperanza frente a lo que
está por llegar y podemos emplearlo para poner en marcha todas las soluciones
que tenemos y con las que quizá todavía no habíamos contactado. Tanto si
hacemos un balance positivo como negativo del punto en el que nos encontramos,
podemos aprovechar ese momento para plantearnos: ¿qué puedo hacer yo para
cambiar esto que no me gusta en mi vida? Y ponerlo en práctica. A la contra, es
posible que frente a esa pregunta lleguemos a encontrarnos con un “nada”, que se
trate de algo que no esté en nuestra mano cambiar. Pero aún así, aunque lo
pasemos mal, siempre podemos hacer algo. Siempre tendremos la capacidad de
decidir si queremos dejar en stand-by nuestra vida o levantarnos y echar a
caminar.
Aunque comento aquí esta sensación de carga de energía, no
serán pocas las personas que entren al nuevo año con desilusión y desánimo.
Personas que hacen un balance muy negativo del año y que, en lugar de tener esa
esperanza de que “todo cambiará” pueden sentir que no tienen más energías, o
que les va a costar continuar. Diferentes eventos vitales podrían precipitar
esta situación y a cualquier persona le podría ocurrir. Y de modo similar a lo
que comentamos antes, aunque pueda resultar doloroso hacer el balance, hacerlo
nos permitirá observar que tenemos de nuevo algo que siempre será nuestro y es
la decisión de cómo queremos afrontar esa situación que estamos viviendo. Si no tiene remedio y no podemos hacer nada,
podemos elegir continuar viviendo como hasta ahora (que nos ha dado un balance
de año muy negativo) o elegir vivir la vida como pueda vivirla en ese momento.
Mejorando día a día, o pararnos y dejarnos llevar por la sensación de que todo
se mueva a nuestro alrededor pero no así nosotros mismos. Ni lo bueno ni lo
malo dura para siempre, pero podemos decidir como viviremos las diferentes
situaciones de cada tipo. Esperamos que hayáis pasado un gran año, desde Martínez
Bardaji psicología deseamos que el 2017 os depare todo lo mejor.
Y si notas que te encuentras en un momento en el que estás
bloqueado o bloqueada o no te sientes bien, si te sientes identificado o
identificada con algo de lo que hemos comentado pero no sabes como abordarlo,
no dudes en ponerte en contacto con Martínez Bardaji psicología y salud.
Estaremos encantadas de ayudarte.