martes, 17 de mayo de 2016

Procrasti¿-qué? Consejos para evitar la procrastinación

“Mañana lo hago”, “El lunes empiezo”, “La próxima vez no me pasará esto, me organizaré de otra manera”. ¿Te son comunes estas afirmaciones o declaraciones de intenciones? ¿Organizas tu agenda como si el día tuviera 32 horas con la creencia de que vas a ser capaz de llegar a todo? ¿Tienes la convicción de que todo es cuestión de tener voluntad para realizar la totalidad de lo planificado?
Lo cierto es que todo el mundo alguna vez ha postergado alguna tarea para el día siguiente que podía o necesitaba hacer en ese momento. Sin embargo, cuando esta actitud se repite con demasiada frecuencia en nuestras vidas se vuelve un hábito y se convierte entonces en un importante límite para alcanzar nuestros objetivos, ya sean triviales o sean relevantes (como por ejemplo, estudiar para un examen o preparar una reunión de trabajo).
La postergación o procrastinación, más allá del falso alivio del primer momento, implica un gran desgaste que puede dar lugar a la generación de emociones negativas tales como culpa, angustia o frustración. A esto se le suma el círculo vicioso en el que se puede llegar a adentrar uno, lamentándose de manera continua sobre esta situación y sin intentar buscar soluciones. Por tanto, no es difícil imaginar la repercusión que tiene este hábito en la vida cotidiana de una persona, así como en el ámbito psicosocial y laboral. No olvidemos tampoco que esta práctica es una repercusión hacia nosotros mismos puesto que generalmente tendemos a postergar nuestras propias actividades, y no tanto las que nos han ordenado otras personas.
Sin embargo, no todo es negativo. Al igual que la procrastinación es un hábito que hemos aprendido, de la misma manera podemos desaprenderlo. ¿Cómo? A continuación de damos una serie de claves que te ayudarán a dejar de postergar.

1. Empieza ya y olvida el día “ideal”. Cambia tus creencias irracionales como por ejemplo: “No pasa nada si no lo hago ahora”, “Aún tengo tiempo”, “Lo haré más adelante”, “No sé cómo hacerlo”, “Me da pereza”, “No seré capaz”, etc. Rompe con ese esquema; ponte manos a la obra y verás como poco a poco tú mismo/a te animas a continuar trabajando en tus metas sin necesidad de aplazarlas continuamente.
2. Divide las tareas y prioriza. Divide tus metas en metas a largo, medio y corto plazo para que sea más fácil determinar las que son diarias y las que debes de priorizar. Como regla general, trata de hacer primero las tareas más difíciles o las que menos disfrutas, con el objetivo de mantenerte motivada/o y productiva/o resolviendo un desafío temprano.
3. Diferencia entre lo urgente y lo importante. Distingue cuáles son las cosas importantes para ti (por ejemplo, pasar más tiempo con la familia, empezar una dieta, o buscar trabajo). Efectivamente, los asuntos urgentes a veces necesitan atención al momento, pero en otras ocasiones, somos nosotros/as mismos/as quienes les damos a ciertas cosas el carácter de urgente sin serlo tanto para evadirnos de otras cuestiones importantes, ya sea por falta de confianza o incluso porque no nos atraiga mucho realizarlas independientemente de su importancia. En estos casos, es útil establecernos una cantidad de días específicos para hacer la actividad elegida, pautando desde el principio cuántos días por semana y horas por día vamos a dedicarle.
4. Poner énfasis en predisponernos para la acción. Asimismo, otra actitud efectiva en este sentido, es concentrarnos en todas las cosas positivas que nos va a traer el hacer aquello que estamos dejando para después. De esta forma, desviamos la atención de los aspectos negativos y la fijamos en aquellos que nos ayudarán a conseguir nuestros propósitos.
5. Delega si es necesario. Si existen algunos asuntos que crees que se pueden resolver delegándolos en otras personas, también puedes hacerlo. A veces elegir esta opción en el momento adecuado puede resultar beneficioso en tareas urgentes que haya que resolver con rapidez, pero que no son importantes, es decir, no se dirigen a tus objetivos ni exigen que estés involucrado/a.
5. Premiarse a uno/a mismo/a. Salir a caminar, ver una película, escuchar música, quedar con los amigos/as, etc., es una forma de asociar la nueva conducta con algo placentero, aumentando así las posibilidades de que se repita.

Todos los consejos aquí mencionados te ayudarán a llevar mejor tus actividades y a hacer que lo único que dejes para después sea la procrastinación. No obstante, eres tú la única persona que puede decidir hacer que las cosas cambien. Adopta un rol activo ante tu propia vida. Eres tú la/él protagonista de ella.
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